Agricultura Sustentable
El sistema de producción agropecuario argentino es uno de los más eficientes del mundo. En el país la agricultura sustentable implica un círculo virtuoso que integra siembra directa (que permite ahorrar hasta un 66% el uso de combustible), rotación de cultivos, gestión integrada de pesticidas, herbicidas e insecticidas, recuperación de los nutrientes y uso racional y profesional de las maquinarias agrícolas. Este círculo, en su conjunto, conforma las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas” (GAP, por sus siglas en inglés). Este sistema representa un aporte importante en materia de secuestro de carbono y reposición natural de nutrientes, evitando el agotamiento de los suelos. Las GAP permiten conciliar dos objetivos en apariencia opuestos: maximizar la producción, y a la vez implementar prácticas agrícolas sustentables a nivel ambiental, que sean socialmente aceptables y que promuevan un uso eficiente de la energía.Según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria –INTA- en el 2008, el biodiesel de soja contribuye a la mitigación de los efectos del cambio climático reduciendo en un 74,9% las emisiones de dióxido de carbono, uno de los principales Gases de Efecto Invernadero (GEI) en comparación con el uso de diesel de origen fósil.Los estudios sobre el balance energético del biodiesel de soja, llevados a cabo también por el INTA establecieron que del total de la energía utilizada para producir porotos de soja, 35 megajoules (M/J) corresponden al biodiesel y 81,75 M/J a su subproducto, siempre y cuando se utilice la siembra directa con tecnología de punta. Entonces, incluyendo al subproducto, el balance energético es de 6,48 a 1. Tampoco hay que perder de vista que sólo el 18% de cada poroto de soja se destina a la producción de aceite, y de este último sólo una proporción se destina al biodiesel. Por eso, en el estudio del balance energético hay que considerar que el 80% del producto se destina al consumo humano y animal.En el caso particular de la soja, no se puede dejar de mencionar que al ser una leguminosa con la
capacidad de fijar nitrógeno del aire a través de un proceso simbiótico realizado por rizobios en sus raíces, reduce significativamente la necesidad de utilizar fertilización nitrogenada, uno de los insumos más energéticamente costosos del cultivo de granos, mejorando así su balance energético.
Producción Industrial Sustentable
Para la industria aceitera, el biodiesel constituye un claro caso de sinergia. No es casualidad que la Argentina posea una de las industrias de biodiesel más modernas del mundo.El 85% de las plantas se ubican en la Provincia de Santa Fe, especialmente en las localidades de Puerto General San Martín, San Lorenzo y Rosario. Estas localidades forman el principal polo aceitero de la Argentina y cuentan con una infraestructura diseñada específicamente para exportar a través de la Hidrovía Paraná-Uruguay, lo que implica la existencia del cluster más grande a nivel mundial en el sector de las oleaginosas. Esta concentración hace que las distancias desde la zona de producción hasta los puertos de embarque sean, en promedio, de unos 300 kilómetros. Además, se utilizan puertos privados para el embarque, instalados dentro de los predios de las fábricas de aceite y biodiesel, con facilidades naturales (grandes barrancas que permiten recalar cómodamente a los buques de ultramar), lo que minimiza el consumo de energía de la carga y la incidencia del transporte. No hay que dejar de lado el impacto que esta nueva industria ejercerá sobre el mercado laboral. Un estudio elaborado por el especialista Claudio Molina, Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, sostiene que el desarrollo de los biocombustibles ya ha generado 5000 puestos de trabajo manual -tanto directo como indirecto- e implicará la creación de más de 70.000 puestos de trabajo y un beneficio fiscal de 6.000 millones de pesos en quince años.
Sustentabilidad: ¿nuevas reglas o para-arancelaria?
El desarrollo de fuentes de energías renovables como el biodiésel argentino ha sido la respuesta racional al doble paradigma de la hora: el reemplazo parcial de energía fósil/no renovable y la respuesta a los efectos colaterales de esas fuentes de energía hacia el medio ambiente.
La Argentina se ha insertado como un jugador competitivo a escala mundial, productor y exportador de biodiésel de soja, completando el encadenamiento natural de agregado de valor, a su ventaja comparativa como primer exportador mundial de aceites y harinas proteicas.
Iniciativas de la Unión Europea y EE. UU. han hecho públicas las primeras versiones de principios y procedimientos para lograr una producción sustentable de los biocombustibles, constituyéndose en referencias ineludibles por las políticas públicas de los países más desarrollados. La Unión Europea (UE) constituye el principal mercado para el biodiésel argentino.
En ella entró en vigencia el pasado mes de junio la Directiva 2009/28/EC del Parlamento Europeo y del Consejo (CE), relativa al fomento del uso de energías derivadas de fuentes renovables. Incluye entre sus metas, la utilización de un mínimo de 20 % de energías renovables para 2020, entre ellas, una cuota para el uso de biocombustibles del 10% del mercado de transporte
para esa época. Incluye también exigencias sobre la sustentabilidad de los biocombustibles que se consuman dentro de la UE, intentando promover así el desarrollo de una cadena de valor “amigable” con el medio ambiente, técnica, económica y socialmente responsable, desde el cultivo hasta el consumo final.
La CE deberá reglamentar una serie de aspectos de esta legislación en los próximos meses y, además, los estados miembros deberán adecuar sus propias legislaciones para dar cumplimiento a esta nueva directiva. En el Anexo V de la directiva, se establece por defecto un porcentaje de reducción teórico de Gases Efecto Invernadero (GEI) que deberán acreditar como mínimo los distintos tipos de biocombustibles, con relación al combustible fósil que sustituyen; al biodiésel de soja se le otorga en dicho anexo una reducción de GEI del 31 %.
Sin embargo, la reducción mínima de GEI que inicialmente la Directiva adoptó para que un biocombustible sea apto a los efectos de cumplir las metas previstas, es del 35 %. De esta manera, el biodiésel de soja fue castigado, al considerárselo por debajo de esa meta. En principio -y de no modificarse ese porcentaje-, luego de aprobarse un procedimiento ad hoc, será necesario acreditar en forma específica y por cada partida que ingrese a la CE, que la misma reduce una cantidad de GEI igual o mayor al 35 %.
El Joint Research Centre (JRC) fue la fuente considerada por la CE y por el Parlamento para establecer los valores del Anexo V. Aquel organismo informó que su metodología incorporó datos comunitarios y muchos otros aportados por EE. UU. y Brasil. Resulta primordial que el JRC revise este dictamen, incorporando la información aportada por nuestro país, que puede demostrar ventajas comparativas en el tema de GEI frente a EE. UU. y Brasil.
Es necesario considerar en términos generales que de la soja se aprovecha un 77 % como harinas para alimentación animal -con un elevado aporte proteico-, por lo que la proporción destinada a la producción de biodiésel es la menor, representando hoy en la Argentina sólo un 15% del volumen de producción de aceite de soja, y en términos específicos, que en la Argentina más de un 70 por ciento de la superficie implantada lo es en siembra directa, que la mecanización es de la más elevadas del mundo, que por su ubicación geográfica, las superficies aptas para cultivos en zonas tropicales del país no superan el 15 por ciento de la superficie agrícola actual (y además, recientemente se encuentran protegidas por Ley 26331 de Protección de bosques nativos, su DR y normas complementarias), que la distancia promedio desde las zonas de producción a los puertos es del orden de 300 km -o sea, mucho menor que en Brasil y EE.UU.-, que la tecnología industrial es de última generación en todas sus etapas -con la consiguiente ganancia de eficiencia-.
Por otra parte, esta nueva directiva europea, al igual que la nueva legislación americana en materia de combustibles renovables (en este caso, en proceso de reglamentación por parte de la U.S. Environmental Protection Agency -EPA-), incorpora la exigencia de medir el denominado “Impacto Indirecto por el Cambio de Uso del Suelo” (ILUC por su sigla en inglés), al momento de cuantificar la reducción de GEI de los biocombustibles. Tanto en la UE como en EE. UU. se fundamenta tal exigencia en que la nueva demanda de biocombustibles representaría un incentivo para producir la expansión de la frontera agrícola en países emergentes y/o no desarrollados, con el consiguiente impacto negativo sobre tierras con grandes cantidades de carbono almacenado y/o de alto valor para la conservación. La CE deberá efectuar una propuesta al Parlamento sobre ILUC hasta el 31/12/2010 y éste deberá pronunciarse hasta el 31/12/2012 sobre la eficacia del sistema propuesto.
Hasta el momento, hay fuertes debates en el seno de la comunidad científica mundial sobre la razonabilidad del ILUC y por tal motivo, no hay una metodología final consensuada para medirlo.
Tampoco se puede menospreciar el riesgo que implica la generación del ILUC, sin adecuado fundamento científico, más allá de los biocombustibles, a toda la agricultura argentina y sus productos exportables. Si esta revisión no ocurriera, se estaría estableciendo una nueva barrera para-arancelaria.
Por todo lo expuesto, se hace necesaria una visión estratégica por parte de nuestro país, para defender sus derechos en el seno de la comunidad internacional, a partir de una rápida toma de conciencia de esta problemática por parte de los principales actores públicos y privados, y de la elaboración de políticas públicas que consoliden en el tiempo, la ventaja competitiva
del agro y de la agroindustria argentinos.
Documentos Presentados por Instituciones Argentinas en referencia al ILUC -Indirect Land Use Change-:
– “Documento Argentino presentado ante la Unión Europea -UE-” (Ampliar +)
Instituciones Firmantes:
– SAGPYA. Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación.
– INTA. Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
– CARBIO. Cámara Argentina de Biocombustibles.
– CIARA. Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina.
– AAPRESID. Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa.
– ACSOJA. Asociación de la Cadena de la Soja Argentina.
– Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
– CEC. Centro de Exportadores de Cereales.